El conflicto armado colombiano, además de secuelas sociales y económicas en la población civil, ha implicado otras consecuencias. Los excombatientes, como la otra cara del conflicto, han sido objeto de interrogación sobre su estructura de personalidad y predisposición a conductas violentas. Se ha encontrado en parte de la población asociada al conflicto armado rasgos característicos del trastorno de personalidad antisocial (TPA) que se relacionarían con los comportamientos en contra de las convenciones sociales.