Desde una pauta de la vida cotidiana de un cibernauta, la autora describe con fiel detalle los usos, abusos, venturas y desventuras con las que se encuentra un ciudadano enfrente, delante y tras un personal computer. Se concluye que Internet no es un peligro, o no lo es más que la televisión, el teléfono o los juegos de rol. Internet tampoco es la solución a todos los problemas, sólo una excelente herramienta cuyo contenido ético viene dado por el uso que se haga de ella. Darle un valor propio por su propia esencia, en un sentido u otro, es un error.