Las enzimas proteolíticas, conocidas como peptidasas o proteasas, son críticas en todos los organismos vivos. Pueden actuar como exo– o endopeptidasas. Las peptidasas se segregan en clases que dependen en gran medida de la natu-raleza química de los grupos involucrados en la catálisis. Controlan la activación, síntesis y recambio de proteínas, y regulan la mayoría de los procesos bioquímicos y fisiológicos. En consecuencia, son los principales reguladores de la homeostasis, el envejecimiento, las enfermedades y la muerte. Las proteasas también son esenciales para la propa-gación de agentes infecciosos, ya que son los principales contribuyentes de la patogénesis en varias enfermedades infecciosas, incluida la actual pandemia de COVID-19. Las exopeptidasas son enzimas que catalizan la escisión de los aminoácidos N-terminal o C-terminal de las proteínas o sustratos peptídicos. Están ampliamente distribuidos en mu-chos filos y desempeñan papeles críticos en fisiología y fisiopatología. Son principalmente metalopeptidasas pertene-cientes a las familias M1, M2 y M17, entre otras. Algunas de ellas, las aminopeptidasas M1 N, A y la ectoenzima que degrada la hormona liberadora de tirotropina, la enzima convertidora de angiotensina M2 y la leucil aminopeptidasa M17 son blancos actuales para el desarrollo de nuevos agentes terapéuticos para diferentes enfermedades huma-nas, que incluyen el cáncer, la hipertensión, trastornos del sistema nervioso central, inflamación, desordenes del sis-tema inmune y enfermedades infecciosas como la malaria. La relevancia de las exopeptidasas ha impulsado la bús-queda e identificación de inhibidores potentes y selectivos, como una herramienta importante para controlar la pro-teólisis con impacto en la bioquímica, la biotecnología y la biomedicina. Por estas razones, los inhibidores específicos de estas peptidasas son foco de estudio para el desarrollo de herramientas terapéuticas prometedoras en el trata-miento de diferentes trastornos. En particular, el presente trabajo centra su atención en la biodiversidad marina co-mo una fuente importante y promisoria de inhibidores de serino y metalo exopeptidasas de diferentes familias, con aplicaciones biomédicas en enfermedades humanas.