Resumen: En hormigas, la termorregulación social es el mantenimiento colectivo de la temperatura del nido óptima para los individuos de la colonia. En la hormiga termófila Aphaenogaster iberica, hay dos comportamientos clave que regulan la temperatura del nido: la reubicación estacional y la profundidad variable del nido. Fuera del nido, las obreras recolectoras deben adaptar su actividad para evitar las temperaturas que excedan sus límites térmicos.Se ha sugerido que la termorregulación social limita las adaptaciones térmicas a nivel individual, fisiológicas y morfológicas. Examinamos esta hipótesis, estudiando los ritmos de actividad de recolección de alimento en seis poblaciones de A. iberica, a distinta altitud, desde 100 m a 2,000 m, en las montañas de Sierra Nevada, en el sur de España. Y analizamos la resistencia térmica de los individuos de estas poblaciones, en condiciones controladas.La Hipótesis de la Variabilidad Climática de Janzen (CVH) postula que una mayor variabilidad climática selecciona organismos con tolerancias térmicas más amplias. Encontramos que la población de 1,300 m era la que presentaba la mayor variabilidad climática, y que las hormigas de esta población tiene la mayor resistencia térmica individual (LT50 = 57.55°C), lo que confirma la validez de la CVH a una escala microclimática en el gradiente altitudinal estudiado.Encontramos que A. iberica puede compensar por la disminución de la temperatura media que acompaña al incremento en elevación. Las hormigas pueden cambiar sus ritmos de actividad sin afectar la entrada de alimento en la colonia, que tampoco se ve afectada por la elevación o la temperatura media diaria.A pesar de esta eficiente termorregulación a nivel de colonia, las diferencias estadísticamente significativas entre poblaciones observadas en la tolerancia térmica individual sugieren que la termorregulación controlada comportalmente no limita las adaptaciones fisiológicas individuales para enfrentarse a temperaturas extremas. [ABSTRACT FROM AUTHOR]