Cuando se considera a la razón puramente como producto de una adaptación evolutiva, que nada tiene que ver con la verdad, y cuando el carácter contradictorio en sí mismo de esta afirmación no produce un rechazo, entonces no se puede esperar que exista una argumentación que pueda convencer al hombre de la existencia de Dios. La vida humana es una creación que se sitúa en la totalidad de un plan de orden cósmico, originada por el Creador, que se encuentra en un ámbito que supera este universo. La ciencia y la filosofía moderna han tendido, por su parte, a embelesarse con el mundo de lo factible, que aparenta extender sus fronteras hacia una falsa infinitud. La mirada ha quedado fija en la adecuación a una realidad terrenal en permanente mutación, cegada a la interrogante sobre el fundamento y sentido de la totalidad, y sobre aquella dimensión eterna que está "fuera" del cosmos visible. Esta realidad de hecho no impide que las ciencias hayan sido incapaces de formular una razón que invalide el "rumor" de Dios. Únicamente el cientismo o visión científica del mundo ha intentado hacerlo sin éxito. La fe en Dios es un fundamento del mundo, que no es irracional, sino "luz" transparente para sí misma de la que brota su propia razón. [ABSTRACT FROM AUTHOR]